
La sarcástica frase dicha por Ariel Máximo “Guille” Cantero la mañana del viernes, cuando el tribunal que lo juzga como instigador de una saga de ataques contra blancos judiciales durante 2018 le preguntó cuál era su oficio, fue uno más de los tantos enunciados que el líder de Los Monos sostuvo antes jueces a los que tuvo que enfrentarse desde el banquillo de los acusados. Para quienes conocen de cerca al hombre que carga sobre sus espaldas condenas por 62 años de prisión y tiene por delante nuevos juicios, esas palabras no fueron una amenaza ni un planteo desafiante ante la Justicia, sino una muestra más de su forma de ser.
“Guille es un tipo que siempre te toma el pelo sin importarle quien seas. Lo hace con todo el mundo porque nunca habla de forma lineal, siempre lo hace con doble sentido y haciendo bromas. Y así como está acostumbrado a hacerlas y reírse de sus chascarrillos también se banca que se las hagan. Tiene un gran sentido del humor, lo que para muchos hombres de saco y corbata sale de lo común, pero él es así y siempre fue así. A tal punto que más de una vez eso lo llevó a pelearse con su padre y buscar protección en su mamá. Es un tipo indomable que siempre hizo lo que quiso y que nunca aceptó sugerencias de nadie, salvo de su hermano Claudio (“Pájaro” Cantero) cuando éste lideraba la banda”. La definición corresponde a un hombre que conoce a Guille desde muy chico y que la mañana del viernes, como muchos, no se sorprendió por la respuesta que dio a los jueces.
Es que no fue la primera vez que Guille se mandó una de las suyas. El 4 de febrero de 2010 un micro con hinchas de Newell’s que volvía de presenciar un partido en Buenos Aires fue atacado a balazos cuando llegaba a la ciudad. Los tiros partieron desde atrás de los yuyales de la banquina de la autopista, a la altura del barrio Las Flores, y causaron la muerte de Walter Cáceres, un chico de 14 años. La investigación la llevó adelante la entonces jueza de Instrucción Raquel Cosgaya y entre los primeros detenidos por el hecho estuvo Guille, aunque no llegó a juicio.
Tras ser llevado al despacho de la jueza para que preste declaración, la magistrada le pidió que se identifique y él no dudó: “Ariel Máximo Cantero”. Cosgaya entonces levantó la vista, lo miró seriamente y le dijo que ese era el nombre de su padre y que ella no estaba para chistes. Pero el acusado insistió despertando la sorpresa de los presentes en la sala, incluso sus abogados que estaban convencidos de que su verdadero nombre era Guillermo. En medio de la confusión y mientras la jueza ordenaba a un empleado que vaya a buscar la ficha prontuarial, Guille empezó a reirse sin parar y tras una advertencia se explayó: “Lo que pasa es que cuando yo nací mi mamá quería que me llamara Guillermo, pero mi papá no estaba y me fue a anotar un pariente que cuando llegó al Registro Civil se olvidó del pedido y cuando le preguntaron dio el nombre de mi viejo”. Esa quizás haya sido la primera de las bromas duras en la vida del hombre nacido y criado en La Granada.
La Capital