
Sin dudas el taller de panadería, que funciona en las Unidades Nº 1 de Coronda y Nº 11 de Piñero, es uno de los históricos y de gran peso en la industria penitenciaria.
No sólo por lo que significa la producción de este alimento, sagrado en la mesa de todos, sino también por la dinámica de trabajo que permite interactuar a internos con maestros, incorporando hábitos de trabajo, higiene y compromiso, lo que redunda en un mayor acercamiento a la rehabilitación social.
Desde la dirección del IAPIP, a través de Claudio Marino, va un agradecimiento especial al personal de las distintas áreas del Instituto que, en todos estos meses de pandemia y con la lógica restricción laboral de los privados de la libertad, han respondido y estado a la altura de las circunstancias para que el pan llegue a las distintas unidades e instituciones de la provincia.
