“Te paso un CBU (Clave Bancaria Uniforme) y hacéme una transferencia”. La frase, que es usual hoy en día debido a una economía, remarcada por la inflación, que está floja de billetes, salió de la boca de un preso de Coronda. Tenía como destinatarios a decenas de comerciantes que antes habían recibido por Whatsapp fuertes amenazas.
Si no pagaban –las cifras oscilan entre los 50.000 y los 250.000 pesos por semana- iban a ser baleados en nombre de “Los Cantero” o “Los Monos”. El terror surtía efecto y varios depositaron en el CBU de la cuenta bancaria que les enviaba el preso. “Ya están jugados en la cárcel y con el CBU acortan los tiempos y la logística que tienen que poner en marcha para buscar el dinero”, señaló un investigador a Aire de Santa Fe.
A la fiscalía especializada en balaceras entraron decenas de denuncias desde el domingo a la tarde, cuando comenzó a funcionar una especie de call center de extorsiones desde la cárcel de Coronda, con nexos con la Unidad Nº6 de Rosario.
Los blancos elegidos por el grupo de presos que realizaba estas maniobras extorsivas eran comerciantes de todo tipo, desde ferreterías, supermercados, almacenes, entre otros, según apuntaron las fuentes judiciales.
La investigación que lleva adelante el fiscal Pablo Socca derivó en allanamientos en el penal de Coronda y en la Unidad Nº6 de Rosario, en busca de los extorsionadores, que realizó el martes la Agencia de Investigación Criminal (AIC).
También se produjeron allanamientos en la intersección Oroño y Dr. Rivas, donde fue detenido Dario G., de 32 años mientras retiraba dinero de una extorsión. Además, personal de AIC realizó en simultáneo una serie de allanamientos en viviendas en San Nicolás al 4000, Oroño al 3900 y Maradona al 5400, donde en este último domicilio aprehendieron a Carla. P, de 28 años.
El objetivo era neutralizar lo que empezó a suceder desde el fin de semana, cuando las extorsiones en Rosario se multiplicaron de manera llamativa. Se produjeron más de 15 desde el domingo. La policía sospecha que todas provienen del mismo lugar: la cárcel de Coronda, donde un preso, que estaría ligado a la banda narcocriminal Los Monos, o al menos dice estarlo, realizó entre el domingo a la tarde y este martes las llamadas extorsivas. Una de ellas la recibieron los dueños de El Establo, y además negocios ubicados en distintas zonas de la ciudad. Se investiga si están relacionadas con el call center que funciona en la Unidad Penal Nº1.
Todavía está fresca la imagen de los tiros que atravesaron el salón que estaba repleto de comensales y una bala rompió el pico de una botella. Aquella noche del 21 de noviembre de 2021 no ocurrió una tragedia en el ataque a balazos al restaurante El Establo, en pleno centro de Rosario, de casualidad.
Más de un año después de aquel violento episodio, que nunca se terminó de esclarecer, los dueños de la parrilla recibieron una serie de llamadas desde la cárcel para advertirles que si no pagan 400.000 pesos deberán cerrar porque el lugar volverá a ser atacado. El local había estado de refacciones y hace unos días reabrieron. A partir de ese momento empezaron a recibir mensajes de que tenían que pagar para poder trabajar.
A la par de este tipo de intimidaciones a cambio de dinero, este lunes a la noche se produjeron dos atentados contra sedes sindicales, que encendieron la preocupación. Los ataques se realizaron con bombas molotov y nafta, con el objetivo de provocar un estallido y un incendio.
El primer hecho ocurrió en Corrientes al 400, donde se encuentra la sede de la Obra Social de Empleados de Comercio y Actividades Civiles (OSECAC) a las 20.46, cuando dos jóvenes bajan de un auto y se dirigen al frente del local, ubicado en pleno centro de Rosario, y uno de ellos arroja una botella de plástico de dos litros con nafta, mientras su acompañante enciende una mecha de tela dentro de una botella más pequeña. Cuando arroja la molotov salen corriendo y la explosión y el fuego sobrepasan la vereda y llegan hasta la calle. Nadie salió lesionado. Pero a esa hora, según se aprecian en las imágenes de las cámaras de seguridad, había varias personas que caminaban por la cuadra. Los empleados del gremio controlaron las llamas con matafuegos hasta que llegaron los bomberos.
Es el segundo ataque que se produjo contra ese sindicato. En agosto de 2021, en plena campaña electoral en Santa Fe, el edificio del gremio fue blanco de un ataque a balazos que realizó un joven desde una moto. Este hecho nunca fue esclarecido a pesar de que el atacante quedó registrado por las cámaras y estaba con la cara descubierta. Los investigadores nunca tuvieron demasiada ayuda de parte del sindicato para resolver el caso, según apuntaron fuentes policiales.
“No hay ninguna razón (para el ataque). Esto es una locura, todos conocen lo que es el sindicato, el tránsito de gente que tiene, tenemos, con excepción de enero, un promedio de nueve mil personas todos los días en todos los servicios”, indicó Silvana Crocci, prosecretaria general de Empleados de Comercio, quien aclaró: “No hemos recibido ninguna amenaza, es sinceramente incomprensible”.
Unos minutos después del ataque contra la sede de OSECAC se produjo otro atentado incendiario, con la misma metodología y el mismo tipo de explosivos, contra la sede del sindicato de Recibidores de Granos, ubicada en San Lorenzo al 2000, también en pleno centro de la ciudad. Según el testimonio de los vecinos, dos hombres bajaron de un auto y lanzaron nafta y una bomba molotov.
Fuentes de la investigación señalaron que la hipótesis que se maneja es que los dos hechos violentos están relacionados y fueron llevados adelante por los mismos autores. Hay versiones que aún no fueron judicializadas, que maneja la policía, que señala que se tratarían de intento de extorsiones a las entidades gremiales. Sin embargo, desde el sindicato de Empleados de Comercio negaron que hayan recibido algún tipo de intimidación previa.
Los dos ataques contra los sindicatos coinciden con un panorama marcado durante las últimas horas de ataques y extorsiones contra comerciantes.
Fuente: Aire de Santa Fe