
Por Marcelo Colombo
El artículo se somete a los tiempos de costumbre. Nos parece que mañana, 1º de enero, todo va a cambiar pero probablemente también 2021 lo viviremos en esa condición: en Pandemia.
A la hora de ser positivos, el doctor Daniel López Rosetti, especialista en Clínica Médica y Cardiólogo Universitario, cuenta que «al virus le vamos a ganar, que está terminado. Lo que no sabemos es cuando y a qué costo».
En estas circunstancias se encontraron todos los gobiernos y gobernantes. Pero especialmente afectó a los nuevos. Porque llegaron con muchas más expectativas para cambiar lo que se propuso en las campañas.
Aún así, en el ámbito local, el gobierno logró imponer en base a obras (especialmente en la zona costera) un «nuevo sentido de pertenencia».
Con algunos lunares, es cierto, Ricardo Ramírez y su gestión pusieron en orden los gastos propios (no así todavía la deuda heredada). Desde la mitad de su gestión en adelante logró pagar en tiempo y forma los salarios al 100% no sin antes mantener «chispazos» con el gremio de municipales.
Se aprovechó como nunca una bajante extraordinaria para hermosear una zona tan visible para los corondinos: el Río.
Así, logró adhesiones de propios y extraños. Claro está, esas tareas dependerán de cómo se comporte el cauce en los próximos años y qué capacidad de daño puede producir en el paseo costero una hipotética nueva creciente.

Pero sin lugar a dudas, ese punto será un hito sobre el cual el oficialismo y la oposición van trabajar de cara a las próximas elecciones legislativas.
Pero no fue lo único positivo en la ciudad: también se están construyendo nuevos espacios públicos como el Paseo de los Héroes de Malvinas, se pusieron en valor los bares ribereños, se logró conseguir algunas viviendas más del Plan de «lote propio» y rápidamente se consiguió un regador paras suplir una de las dos máquinas siniestradas en el Galpón Municipal en una siesta de agosto muy triste.

El Turismo será una de las bases de crecimiento para la ciudad: la visita de los propios corondinos a sus lugares de esparcimiento y el arribo de los forasteros. Pero antes hay que resolver el comportamiento individual y colectivo sobre la pandemia. La gestión hizo equilibrio entre medidas «grises»: recomendar pero no prohibir y a veces no dio resultado.
Sin dudas, el año político de la coalición gobernante tiene más luces que sombras, muy a pesar de la pandemia y sus resultados económicos y empresariales en las familias corondinas.
Aún así quedaron cosas por mejorar. El primer mandatario se vio involucrado en una serie de operativos de organismos públicos sobre trabajo en negro e infantil en zona de quintas. Y es un tema que deberá resolver, como productor (junto a sus pares) y también como referente político.
Si no se corrige, se corre el riesgo de, a pesar de los buenos resultados, se caiga a futuro en un proceso de anomia.
La anomia, es un estado de «desorganización social o aislamiento del individuo como consecuencia de la falta o la incongruencia de las normas sociales». Y los gobernantes deben ser guías en ese cumplimiento para luego poder exigirle a la sociedad.

Otro hito de la temporada fue la Fiesta de la Frutilla, que a pesar de las polémicas suscitadas por la elección de la nueva soberana, logró entrar en el corazón de los conciudadanos porque se organizó en medio de muchas dificultades…y no defraudó.

Las ferias, algunos pocos eventos deportivos (lo poco que se pudo organizar), el proyecto de hermoseado de calle San Martín y los desagües urbanos serán puntales de lo que vendrá y sin dudarlo «banderas políticas» para las próximas elecciones.
Aún no se sabe qué ocurrirá con las PASO. Si habrá o no elecciones internas en la provincia. Hoy, el gobierno local llegaría fortalecido. No sólo por los resultados propios de la gestión sino también por una oposición hasta ahora disgregada.
Aunque está claro que en política hablar de «hoy» y de «hasta ahora» es más impredecible que los resultados de la propia pandemia.
